Maíz y frijol tiemblan ante apertura
Cuando el gobierno mexicano negoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que rige desde 1994, calculó que 14 años de salvaguardas para su maíz y su frijol bastarían para volver competitiva esa producción. Pero no lo fueron.
Faltan apenas 11 meses para la liberalización total del mercado de esos productos, de consumo masivo y tradicional, procedentes de los otros dos socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta por sus siglas en inglés), Canadá y Estados Unidos.
La tensión crece, y se reconoce que los planes y recursos destinados a mejorar la competitividad agrícola se dilapidaron o nunca funcionaron.
El gobierno de Felipe Calderón anunció este viernes que para hacer frente a la apertura, brindará este año apoyos a los agricultores por unos 640 millones de dólares.
El gobierno promete que ese monto, destinado a financiar asesoramientos "para la competitividad", semillas y otros respaldos, se sumará a una inversión pública global para el campo, en rubros como salud y caminos, que superará los 16.000 millones de dólares este año, una cifra sin precedentes.
Además, se adoptará una nueva estrategia de trabajo y supervisión entre varios ministerios, destinada a hacer frente a la apertura del comercio de maíz y frijol, cultivos a los que se dedican 3,7 millones de campesinos, gran parte de ellos pobres.
Calderón informó que plantearía a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá la creación de un grupo de trabajo para analizar medidas de mitigación del impacto de la apertura en México.
El objetivo es conseguir el respaldo de esos países para mejorar a producción y comercialización de los granos mexicanos, explicó.
Pero los anuncios de Calderón no satisfacen a organizaciones campesinas, políticos opositores y activistas para quienes el Nafta es el principal causante de los problemas del campo, en el que viven 30 millones de personas en este país de más de 104 millones de habitantes. La apertura será el "tiro de gracia" para los trabajadores del campo, advirtió la Confederación Nacional Campesina, vinculada al opositor Partido Revolucionario Institucional, al que cupo impulsar, negociar y firmar en 1992 el Nafta, mientras ejercía el poder.
La competencia estadounidense en los rubros sujetos a apertura será muy dura para México. En este país el rendimiento del maíz es de apenas de 2,3 toneladas por hectárea, contra 7,2 toneladas en Estados Unidos, mientras los cultivadores estadounidenses producen 2,9 veces más frijol por hectárea que los mexicanos.
Estados Unidos entrega subvenciones a sus agricultores de másde 19.000 millones de dólares por año, una cifra a la que México no llega ni sumando todos los recursos que dirige a su sector rural.
Además, México no es autosuficiente en producción. En 2006 debió importar 5,2 millones de toneladas de maíz y 122.000 toneladas de frijol, casi todo del país vecino, para hacer frente a la demanda interna.
México importa esos alimentos echando mano a cláusulas del Nafta que lo permiten, por lo cual algunos observadores consideran que la apertura ya existe en los hechos.
El gobierno de Calderón debe renegociar el tratado, recomiendan las organizaciones campesinas. Pero el mandatario no tiene semejante medida en su horizonte.
Renegociar el tratado no es lo más adecuado, a menos que se quiera hacer concesiones a los socios del Nafta en productos como tomate, aguacate y hortalizas, en los que México tiene ya gran ventaja, dijo a IPS Germán de la Reza, experto en integración y profesor en varias universidades mexicanas.
Las negociaciones del Nafta fueron en bloque, con compromisos y concesiones conjuntas y recíprocas en distintos rubros. "Si se quiere renegociar ahora uno solo de los elementos, el riesgo es que podría desbaratarse todo el tratad, y eso no lo quiere ninguno de los socios", apuntó De la Reza.
El ex presidente Vicente Fox (2000-2006) ya había sugerido a Estados Unidos la posibilidad de renegociar el capítulo agrícola, y recibió un no rotundo. De la Reza espera que los apoyos anunciados este viernes lleguen de manera efectiva y no, como en el pasado, cuando los subsidios agrícolas se manejaban como moneda de cambio de respaldo político.
México podría atender su compromiso de apertura al maíz y al frijol en 2008, siempre que se brinde el respaldo necesario a los agricultores, estima De la Reza.
El izquierdista Partido de la Revolución Democrática, principal fuerza de oposición, organizaciones campesinas y activistas insisten en que poner a competir a los productores de maíz y frijol es un suicidio y en que el Nafta, que lleva 13 años vigente, es el causante principal de los problemas agrarios.
Braulio Serna, jefe de la unidad de desarrollo agrícola de la oficina en este país de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), afirma en cambio que no hay un impacto cuantitativo importante sobre el sector rural de México por el Nafta.
Serna presentó en 2005 un exhaustivo estudio sobre la agricultura mexicana, en el que califica de visiones sesgadas a las que señalan al libre comercio como factor determinante en el desempeño agrícola mexicano.
Los problemas del campo, la pobreza y la gran migración, están más ligados a las malas políticas públicas, a las crisis económicas globales y nacionales, a factores climáticos, baja capacitación y depresión de los precios internacionales de varios productos agrícolas, entre otros elementos, afirma Serna.
De modo similar, De la Reza apunta a las malas políticas, anteriores inclusive a la vigencia del Nafta. Los gobiernos tuvieron 14 años para afrontar esos asuntos y no lo hicieron.
Con la apertura inminente, los campesinos vaticinan una nueva crisis.
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