Como un pinche raton
Felipe Calderón entró en la Cámara de Diputados a través de un agujero en la pared. Casi cinco minutos después ya se había ido. Más que una "toma de posesión" fue la simple y vulgar consumación de un robo: el supuesto presidente "electo" de México apenas tuvo tiempo de colocarse él mismo la simbólica banda tricolor y darse a la fuga como un ladronzuelo escurridizo que en todo momento estuvo protegido por decenas de militares vestidos de civil.
De esta grotesca y desvergonzada manera, la extrema derecha mexicana protocolizó el golpe de Estado que Vicente Fox puso en marcha el 2 de julio e inauguró uno de los episodios más lamentables de la historia de nuestro país. Ahora, el "gobierno" que el remedo de presidente encabeza desde ayer tiene ante sí una delicadísima prueba de fuego, y si no la supera con un mínimo de habilidad la cuenta regresiva que marcará su fin según los más benévolos, faltan sólo cinco años, 11 meses y 28 días para que termine esta pesadilla empezará a correr mucho más de prisa.
Esa prueba de fuego se llama Oaxaca. El sábado pasado, atendiendo a las exigencias que dos lunes atrás formulara un conocido analista de Televisa, la Policía Federal Preventiva (PFP) disparó contra ciudadanos legítimamente inconformes que exigen la renuncia de un gobernador probadamente asesino. Si ese hecho fue de por sí gravísimo, lo que siguió, y sigue, es todavía peor.
Leer mas de esta columna...........
No hay comentarios.:
Publicar un comentario