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diciembre 28, 2006

“Que el fraude electoral jamás se olvide”


El legado del 2006

Se acabó el año más fragoroso de la historia moderna de México y, en su legado, deja una sociedad enriquecida en su cultura cívica, junto con la mayor crisis política. Un presidente legal producto del fraude electoral, que intenta gobernar sentado en las bayonetas y con la represión, y un Presidente Legítimo que gobierna desde la calle, respaldado por la movilización popular. El primero para mantener las instituciones del privilegio en ruinas, y el segundo en el afán de crear la nueva institucionalidad. La vieja lucha entre conservadores y progresistas resurge con renovados bríos, reafirmada por el agravio del fraude electoral. La mayoría de los electores votó por un proyecto alternativo de nación que garantiza mayores justicia y libertad. Los defensores de los privilegios para unos pocos, dueños del poder formal de las instituciones caducas, acudieron al recurso del fraude en su intento de mantener sus privilegios. Contrario a la tradicional resignación de los mexicanos ante la imposición, hoy el pueblo se levanta y se moviliza en rechazo al fraude y en apoyo a su proyecto de nación. Ese es el legado de este fragoroso 2006.

En 1988 también triunfó el proyecto progresista y el resultado se trampeó. Carlos Salinas fue impuesto por el fraude y Cuauhtémoc Cárdenas sólo pudo resignarse. El PAN de entonces protestó, pero pronto entró en negociaciones para cogobernar por la derecha. Cárdenas no se sintió con la suficiente solidez para defender el voto; no existía la organización de un partido ni se contaba con gobiernos locales afines, así como tampoco había el grado de civilidad que hoy se vive; talvez tuvo razón en no arriesgar a una masacre infructuosa. Todavía la historia no lo ha aclarado.

En realidad, el golpe sufrido en el 88 produjo un inmediato retroceso en la cultura política de la sociedad; el fatalismo de la impotencia. La alianza de la derecha se impuso a base de medidas espectaculares y dádivas propagandísticas (Solidaridad) arrinconando a la izquierda mediante una feroz represión (más de 600 asesinatos) y la campaña mediática de desprestigio. Las elecciones del 91 y del 94 dieron nuevamente el triunfo al PRI y, lo peor del caso, se entregó el país al gran capital internacional sin mayor protesta: se renegoció la deuda firmando cartas de intención con el FMI y el BM verdaderamente leoninas, se firmó el TLC en total desventaja para el país y se privatizaron importantes sectores de la economía (bancos y teléfonos) todo ello sin resistencia popular. El alzamiento zapatista de 1994 fue un campanazo de protesta y de convocatoria a la resistencia general, que muy pronto se diluyó para centrarse en las reivindicaciones indígenas.

La crisis financiera de 1995 y el gobierno plus-entreguista de Zedillo, en paralelo a un esfuerzo organizativo del PRD y al movimiento zapatista, dieron lugar a un avance significativo cuyo resultado fue que en las elecciones intermedias de 1997 el PRI perdiera el control de la Cámara de Diputados, así como que en la primera elección del Jefe de Gobierno del DF se registrara el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas. Ante el derrumbe del PRI y el avance de la izquierda, surge la figura del candidato Fox, carismático y dicharachero, con gran despliegue de mercadotecnia política y un apabullante gasto en propaganda mediática, como el ariete de la derecha para sacar al PRI de Los Pinos, y lo logra en las elecciones del año 2000. Con Fox se instaura el gobierno “de los empresarios para los empresarios” y lleva al país a la crisis que hoy vivimos. El error y la torpeza, la traición a la Patria y a la democracia, fueron el signo distintivo del llamado régimen de la transición.

Pero el pueblo aprendió. Aprendió, entre otras cosas a ser soberano. Hoy el pueblo gobierna desde la calle. Andrés Manuel López Obrador es el líder que ganó la elección: el pueblo le entregó el mando como Presidente Legítimo. En ello estriba la enorme riqueza con que México termina el año 2006. Brindo por un 2007 pleno de conflictos; por el avance de la movilización popular y por la construcción del México nuevo. Brindo por nuestra reinserción en el movimiento latinoamericano hacia la real independencia.

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