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diciembre 12, 2006

De esa manera pasaban los presos por Totontepec...


El siguiente es un relato de Isaías Arturo Rodríguez Cruz Promotor cultural en Oaxaca, lo traje de www.oaxacalibre.org , si me hizo un texto muy interesante y les recomiendo que lo lean ya que relata el modo de vida en los años 60 en un pueblo llamado Totontepec. De la inocencia y bondad de los habitantes de esa comunidad y el trato que le daban a los presos en aquellos tiempos, en contraste con los asesinatos y abusos que hoy día cometen las pseudo autoridades de Oaxaca.

Totontepec es un pueblo pequeño indígena mixe en la sierra norte del estado de Oaxaca

De esa manera pasaban los presos por Totontepec...

Totontepec, villa de Morelos. Mixe, es una de las pocas cabeceras municipales donde afortunadamente hasta ahora no se ha cometido ningún asesinato, por lo cual los padres y abuelos del lugar se han sentido orgullosos y han transmitido esa satisfacción. No han faltado las peleas entre gente ebria por algún motivo, sin embargo, es una cuestión de orgullo que no culmine alguna agresión con armas, si por alguna razón alguien lo intenta, es inmediatamente inmovilizado por los demás, por lo anterior no se ha tenido que lamentar algún crimen.

Debido a esta situación causaba un gran impacto la llegada de un preso a la comunidad proveniente de pueblos lejanos, que tenia que pasar necesariamente por Totontepec hacia su destino, ya sea ala cárcel de la cabecera del distrito mixe en Zacatepec, o bien hacia la ciudad de Oaxaca.
Todo esto sucedió hasta finales de los años 60´s, antes de la llegada de la carretera. Cuando habitantes de pueblos cercanos cometían o se les atribuía un crimen grave (asesinato o robos importantes) y las autoridades locales se sentían incompetentes para aplicar la sanción correspondiente, tenían que enviarlos a una cárcel distrital, y el preso era conducido en forma de relevo por los caminos y veredas que comunicaban a los pueblos, es decir, la autoridad de la comunidad anterior era la encargada de conducirlo al siguiente pueblo en donde cambiaba de manos, responsabilizándose sus autoridades de conducirlo al siguiente y así sucesivamente hasta entregarlo a su destino que era alguna de las cárceles de distrito. De esa manera pasaban los presos por Totontepec.

Regularmente, los presos que pasaban por el pueblo, eran gente de condición humilde, pues llegaban con ropas rotas y andrajosas, sin abrigo y descalzos. Para su traslado, eran amarrados de las muñecas con las manos hacia la espalda, con reatas y lazos mediante un nudo corredizo, a los mas peligrosos, se les rodeaba el cuello con una cuerda también con el nudo corredizo similar a los que se les pone a los ahorcados, de tal manera que si querían escapar, bastaba con un tirón del topil que los conducía para que la reata se ajustara y así inmovilizarlo completamente, por eso es que a los presos la gente los llamaba tzum-jayu, cuya traducción literaria significa gente amarrada.

Cuando llegaba un preso la gente iba a la cárcel municipal a conocerlo, de allí derivaban los comentarios mas diversos sobre el posible delito que lo tenían en esa condición. Sin embargo, no se les juzgaba, sino mas bien se compadecían de el, pues no se sabia que era lo que había hecho y mucho menos los motivos que lo orillaron a cometer el delito, así que la gente concluía que era un ser humano que había caído en desgracia entonces lo que hacían era llevarle algo de comer, otros café caliente, algunos cobija o ropa y otros su cuartito de aguardiente y su cajetilla de cigarros.

Al siguiente día, antes de salir a la próxima escala, la autoridad avisaba ala gente que el preso estaba a punto de partir que por si alguien quería ayudar, tenia que llevárselo muy temprano. Algunos presos aceptaban recorrer las más importantes calles del pueblo con el fin de recabar ayuda, y la gente salía de sus casas para entregarle a su paso lo poco que podían tortillas, pan, huevo cocido, café molido, chiltestle, algunas veces, cobijas y hasta huaraches usados. En algunos casos la autoridad tuvo que comisionar a topiles adicionales para que ayudaran a cargar lo que se les había juntado al preso, que un día antes había llegado sin nada.

También los presos ante las muestras de comprensión de la gente del pueblo, y sobre todo cuando las viejecitas se le acercaban y le pedían disculpas por no otorgarles algo material y solamente le daban su bendición para que aguantaran los sufrimientos que seguramente le esperaba en su destino final.

Cuando esto sucedía, los padres y abuelos comentaban a sus hijos que ignoraban el destino del preso que había pasado por el pueblo, por lo que era muy importante llevar una vida correcta para evitar ser tzum-jayu en otro pueblo en donde no se tenían ni familiares ni amigos que lo acompañaran en su desgracia.


Destaca el Autor:

Todo esto pasaba en Totontepec mixe y no como ahora hemos visto y sabido que llegan los judiciales de manera prepotente con sus armas para llevarse alas personas, aun en contra de la opinión de las autoridades municipales y sin que nadie se entere de los motivos y el destino de las personas que tienen la desgracia de caer en sus manos.

Es importante no perder los valores culturales de los grupos étnicos a los cuales dependemos como grupo de rescate cultural.


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