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diciembre 11, 2006

No te “cosifiques”

Todo es efímero
Ajuste en la perspectiva de vida
Sin amor por el país nada se logrará

Cuando me perfilaba para ingresar a estudiar una Ingeniería en Informática hace algunos años tenía una visión individualista de la vida que tuve que sacudir con el tiempo. Mi idea era apoyar a mis padres y tener un trabajo muy ligado al mundo de las computadoras. Desde 1995 pude tener mi primer PC y comenzó así el nuevo universo que aparecía ante mis ojos. Tiempo después estudie en una escuela de computación, en poco rato ahí mismo laboré unos meses y al cumplir 18 años de edad de inmediato me inscribí en el SAT para poder trabajar como persona física.

Un tiempo que deje de estudiar lo dedique precisamente a trabajar por mi cuenta, no puedo quejarme pues tenía buenos ingresos y mis intenciones eran ahorrar para regresar y estudiar en una escuela particular. Justo una semana antes de empezar los trámites para terminar mis dos semestres inconclusos de bachillerato (se me ofrecía solo hacer un examen que me acreditará el bachillerato y entrar directo a la carrera) y así empezar con la ingeniería, conocí el sitio en Internet del Instituto de Educación Media Superior del GDF. Al revisar el modelo educativo, un modelo humano y distinto a lo que yo conocía me sedujo y no me importo siquiera que tuviera que repetir prácticamente todo mi bachillerato.

Cuando ingrese al IEMS las primeras semanas fueron duras, porque según yo -luego de 2 años y medio en una vocacional y tres años de pausa sin estudiar- tenía dominados muchos temas y no era cierto. Noté de inmediato que el nivel medio superior visto desde un enfoque humano y que se ajusta a las necesidades inmediatas de la sociedad van más allá de lo que uno cree. Cambie como estudiante, pero también como persona y aunque siguió siendo la informática una constante en mi vida, poco a poco una venda de los ojos se me iba quitando.

Los profesores así fuera el más payaso de todos los profesores habidos sobre la tierra se dedicaban a enseñar realmente y primeramente se comportaron como humanos, ellos nos exigían no preocuparnos por la calificación sino en aquello que tendríamos que aplicar en los problemas de la vida. No había competencia dentro de nosotros, no al menos como los que “preparan guerreros para salir a ganarle a los demás”, teníamos si un sentido de lucha pero de cooperación entre todos y lo mismo participaba el más “culto y limpio del salón” que aquel “valemadrista” que aparentemente solo iba a echar cotorreo.

Mi inclinación para estudiar informática y tener una empresa quizás de diseño o de software ya no tenían la misma fuerza de antes. Note que todo es efímero y que respondemos al momento y circunstancia que vivimos y no tenemos realmente algo claramente definido -considerando que para ese entonces tenía unos 20 años de edad-, cambiamos constantemente. Lo que me preocupo es que entre más avanzábamos cada semestre me di cuenta que no había disfrutado el estudio, en la vocacional detestaba hacer los “trabajos” para cierta materia, me sentía contento por cumplir pero no me satisfacía el 9 o 10 que obtenía, mientras que en el IEMS no solo cumplía con los trabajos que me pedían sino que buscaba hacer más, apoyar a mis compañeros y salir de la rutina, el 10 venía solito, eso no era prioridad.

Sin dudarlo, hubo un ajuste en mi perspectiva de vida, al menos el estudio jamás volvió ser lo mismo para mi, lejos de ser una obligación se convirtió en mi una absoluta necesidad. Y más lo fue cuando vino el tiempo del desafuero a un político que hasta ese entonces para mi era “uno de tantos”. Supe entonces quien había -dentro de su gobierno- dado luz verde a las escuelas preparatorias del IEMS y a la Universidad de la Ciudad de México (UCM), hoy UACM. Lo primero que sentí fue gratitud y acudí a la convocatoria que hubo para apoyar a un tal Andrés Manuel López Obrador, que desde muy temprano que llegue algo sacudía mi razón y me preguntaba ¿alguna vez un político pudo reunir tal multitud en este Zócalo capitalino?

Un 7 de abril del 2005 fue cuando decidí dejar la informática a un lado, se volvió un hobbie para mi, pero sentí que mi vocación no estaba en poder crear una empresa, en poder ayudar “económicamente” a mis padres ni en atesorar riquezas a costas de una ingeniería puesta en marcha. En ese día histórico donde el corazón político de México comenzó a latir de nuevo luego de décadas enteras de sueño, también comenzó a latir mi corazón por la vida misma, por mi lado humano que desde cuando anhelaba despertar.

A los jóvenes desde adolescentes y quizás desde mucho antes el sistema imperante nos dice “de esto y ve aquello” pero todo es material, cuando queremos mirar al prójimo es para luchar contra él y tenerlo de enemigo. Pero ese día entendi que no era tanto un político o miembro del PRD el que estaba como líder de miles y miles de personas. Se trataba más bien de un mexicano como yo decidido a luchar contra el aparato de la república simulada y hacer algo por México. La lección fue y es que sin amor por el país nada se logrará.

Sigo de pronto trabajando y ganando algunos pesos para tener para pasajes y cubrir necesidades esenciales, pero no me he cosificado más. Ahora mi enfoque de vida y máximos esfuerzos son para el bienestar espiritual no solo mío o de la familia sino de todo aquel que identifico como prójimo (incluyendo gente simpatizante del PRI y del PAN, que antes de verlos como simpatizantes, los veo como hermanos mexicanos). Todos los factores se conjugaron para que ahora luche por un destino del cual antes no tenía ni una idea de cómo lograr.

Por eso mi mensaje a todos los compañeros que puedan llegar a leer este texto es que no se cosifiquen más, no pongan su mirada en cuanto dinero podrán ganar, en cuantos bienes podrán heredar a sus hijos, no es esa la prioridad. Se debe trabajar para poder vivir en paz, en armonía, gozando de libertad, si teniendo bienes materiales muchos o pocos, pero partiendo del sentido humano que es aquello que os identifica a todos los mexicanos.

Si ignoramos esta simple frase “No te cosifiques” en vana será nuestra lucha y una revolución pacífica, porque entonces lo único que haremos será darle la vuelta al problema y cambiar de protagonistas. Aquí es de ir por el cambio genuino y nada ni nadie nos detendrán porque tenemos la razón de nuestro lado y con el tiempo todo se acomodará en su lugar. Es mi invitación más que nada a los convencionistas, a los legisladores del FAP, a la gente de grupos de resistencia, a ciudadanos libres y gente del PRI y PAN arrepentida de votar sin conciencia por FECAL o Madrazo, a que nos demos cuenta de que el asunto no es de forma sino de fondo y no podemos hacer a un lado esta urgente necesidad que hay de que México sea otro y que requerirá de nuestra paticipación.

Opina: revolucionesmx@gmail.com

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