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julio 16, 2007

Entonces..... ¿Los pinches policias van a bailar?

El Cerro del Fortín, un búnker



¿Y ahora qué? Ésos van a bailar ‑‑pregunta entre asombro y broma un transeúnte que desde el otro lado de la barrera, desde el pasamanos, observa la decena de policías preventivos y municipales que se mantienen apostados en el cerro de El Fortín para impedir la realización de la Guelaguetza Popular.

-Tal vez ‑‑responde con sorna el reportero mientras observa el paso de nueve camionetas pick up, repletas de uniformados con armas de alto poder sobre las rodillas, frente al auditorio Guelaguetza.

-¡Ya ni la chingan! ‑‑agrega entonces el casual interlocutor y continúa su marcha, en tanto una nueva camioneta, está con los perros amaestrados, se suma a la comitiva.

En la víspera de la llamada Guelaguetza Popular, el cerro de El Fortín se convirtió en el búnker de las corporaciones policiales oaxaqueña. Ahí ha sido instalado ya una base de operaciones, en la caja de un trayler con la leyenda: Secretaría de Protección Ciudadana.

En ese espacio robado al cerro a punto de barreta, se encuentra también el estacionamiento de las patrullas y hasta el establo, pues los caballos de la policía montada, son amarrados en los árboles cercanos para pastar, si es que eso es posible.

A las 13:12 horas, el acceso principal del foro está teñido de azul marino, azul cielo, gris, camuflaje. No se esconden las armas, al contrario se muestran en todo su poderío para infundir temor.

En la carretera que sube al cerro “fantasmas”, de color naranja, dividen la entrada al auditorio de la ruta. Sólo acceden las patrullas y vehículos autorizados al auditorio Guelaguetza, la obra recién remodelada “que nosotros quisimos”.

Una decena de puestos se han instalado ya en la explanada de acceso, aunque son más bien para la atención de los policías, porque el comercio prefirió esperar hasta el último minuto para saber si se instala.

Los policías tratan de diversas maneras de matar el tiempo. Se acuestan sobre las escaleras de cemento o bien bajo un árbol, otros prefieren sentarse e ingerir alguna bota o un bone ice, sólo algunos permanecen en postura de descanso, con el tolete en la mano y el escudo de plástico apoyado sobre el suelo.

La historia retornó al cerro de El Fortín. Desde ahí vigilaban los zapotecos su reino, desde ahí los españoles controlaron el valle de Antequera. Hoy desde ahí los cuerpos policiacos del estado vigilan a los ciudadanos. Bien decía Carlos Marx, en el dieciocho Brumario: la historia se repite, pero una vez como tragedia y la otra como farsa.

Con informacion de NoticiasOax

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