Sintoniza estas estaciones / Consulta los horarios de Radio Escopeta.

Recomendamos utilizar el reproductor AIMP para sintonizar mejor las emisoras.

febrero 21, 2007

El ¿Yo por qué? de Calderón

Calderón, como Fox, no se siente obligado a velar por los intereses del pueblo y resolver los problemas que le aqueja, sino sólo los de sus patrocinadores y compinches. Eso es traición a México.

por Fausto Fernández Ponte

I

Nada menos que un consorcio trasnacional español, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria —propietario del Banco de Comercio mexicano o Bancomer— nos soltó hace unos días una gran verdad de Perogrullo.

Héctor Rangel Domene, quien preside el consejo de administración del Grupo Financiero BBVA Bancomer, dijo en un discurso que México es incapaz de crear empleos para evitar la migración a Estados Unidos.

Por supuesto, al aludir don Héctor a México se refería, en realidad a algo muy concreto: el Estado mexicano y el gobierno —el que preside Felipe Calderón— que lo representa.

Como respuesta, el aludido —es decir, el señor Calderón— nos salió con otra respuesta que antójase, en igual vena, una idiotez del Presidente, dicho (o escrito) con el perdón del caro leyente.

Aclárese que no es nuestro afán insultar a quien ostenta —espuriamente, por cierto— la investidura presidencial, pero esta persona incurre en idioteceses con mayor frecuencia que su antecesor.

Y eso, aclárese también para fines contextuales, que el predecesor —un redomado cabeza hueca de nombre Vicente Fox— era el campeón indiscutible en ese deporte de decir idioteces públicamente.

Mas, a todo esto, ¿cuál fue la idiotez que dijo don Felipe, quien siendo humano y, por tanto, falible e incongruente y, por añadidura, hablador compulsivo, suele repetirse constantemente?

Lo que dijo el Presidente en respuesta al banquero fue que los empleos no los crea el Estado ni el gobierno, sino la sociedad o, para decirlo con nítida precisión, el pueblo de México.

II

La respuesta de nuestro ínclito mandatario —no en vano llámasele Felipe el Breve— al señor Rangel tiene un equivalente moral en la ya célebre, mas no celebrada, frase de don Vicente de "¿Y yo por qué?"

Y es que don Chente —como hoy don Felipillo— no se sienten obligados como presidentes a velar por los intereses del pueblo y resolver los problemas que le aqueja.

Tampoco se sienten obligados a vigilar y evitar que las amenazas potenciales y actuales —sin duda ominosas— que se ciernen sobre los mexicanos se conviertan en realidades.

Como añadido, tampoco adviértese un deber, por parte del Presidente, de detener e incluso revertir las agresiones al pueblo de México expresadas mediante una violencia económica sin precedente.

De hecho, esa violencia económica ha sido desatada por el propio Presidente al permitirle a las fuerzas de las que es rehén —"pelele", le llama Andrés Manuel López Obrador— encarezcan la vida.

¿Por qué motivos el presidente abdica de sus deberes y, como su tristemente recordado antecesor, el señor Fox, se niega a asumir su deber como Jefe del Estado mexicano que éste cree empleos?

La respuesta es un sincretismo de varios componentes: convicción ideológica —de que el Estado debe servir a los ricos—, compromisos con los consorcios trasnacionales y, dicho francamente, traición.

Así es. Traición a México porque el Estado mexicano y el Gobierno sirven a intereses ajenos a los de México y del pueblo. Servir a esos intereses es su misión, su compromiso, su vocación.

Y la traición de la que hablamos ocurre en un entorno de deterioro de crisis del poder, ejercido no sólo por traidores al pueblo de México, sino por ineptos. Ineptitud y traición son signos del poder.

III

Lo son hoy. Y lo fueron en los sexenios anteriores, desde el de Miguel de la Madrid hasta el actual, el del señor Calderón, y los intermedios, los de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y el señor Fox.

Ineptitud e insensibilidad e ignorancia, pues el Estado mexicano, tal como fue diseñado y no obstante las contrarreformas de 1982 a 2000, es el rector de la economía y planificador de ésta.

De esa abdicación violadora de nuestra Carta Magna se benefician intereses como los que —¡oh paradoja! — representa el megabanquero y operador de dinero Rangel. ¿Cómo explicarse esa contradicción?

Cierto. ¿Cómo explicarse que un beneficiario importante de la abdicación criminal —es un delito— del deber rector y planificador del Estado diga que éste es incapaz de crear empleos?

No consulte el leyente la bola de cristal. La explicación es obvia: la desaparición acelerada de empleos y la incapacidad de crear nuevos incide en la del creciente grosor de la morosidad de los clientes.

Ese es un hecho factual. La cartera vencida de los bancos ha crecido extraordinariamente en los últimos 12 meses y ello preocupa mucho a los banqueros. Y un nuevo Fobaproa parecería hoy inviable.

El desempleo empuja a los clientes morosos a endeudarse más. Y no pocos de ellos son impulsados a emigrar a EU y reducir, así, el potencial de cobro.

Como se ve, los banqueros españoles que el señor Rangel representa no piensan en los mexicanos. Piensan, eso sí, en las ganancias —de por sí hiperbólicas— que México les significa y que pueden esfumarse.

Con información de Blogotitlan

No hay comentarios.: